Manejo correcto de la Obesidad
Hoy el ‘bajar de peso’ va más allá que perder unos kilos. En este artículo veremos en qué consiste el manejo moderno de la obesidad.
¿Qué se debe tener en cuenta al seleccionar una dieta o tratamiento para adelgazar?
Que sea efectivo, es decir que baje de peso
Que la baja de peso sea únicamente de grasa, no de músculos ni de agua
Que prevenga e incluso sirva de tratamiento para algunas enfermedades
Que corrija y enseñe correctos hábitos alimentarios
Que mantenga un adecuado aporte de los nutrientes básicos y esenciales; entre ellos, las vitaminas y minerales
Dietas peligrosas
Lo anterior deja fuera a muchas dietas, entre ellas las cetogénicas también conocidas como “low carbs” (Atkins, South Beach).
Estas dietas no son saludables y han sido objetadas por la AHA (American Heart Association), ya que aumentan los riesgos de algunas enfermedades cardiovasculares.
Lo que caracteriza a esas dietas es la drástica reducción del consumo de todo tipo de hidratos de carbono. Sin embargo, el ‘freno’ a los hidratos de carbono debe ser sólo a los conocidos como azúcares simples, específicamente a la sacarosa ó azúcar de mesa. ¡Pero no se deben restringir los hidratos de carbono complejos! donde encontramos la fibra dietaria, las vitaminas y los minerales.
Numerosos trabajos científicos han demostrado que la fibra dietaria previene enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la resistencia a la insulina, la obesidad, e incluso ciertos cánceres.
Las dietas cetogénicas son ricas en proteínas animales no en proteínas vegetales. Esto favorece el consumo de grasas saturadas y colesterol, conocidos enemigos del corazón y las arterias.
Respecto a la pérdida de peso que producen las dietas cetogénicas, no se observa una diferencia significativa con las demás dietas bien estructuradas y más equilibradas. Conviene decir que en los primeros días de régimen, la pérdida de peso debido a las dietas cetogénicas resulta ser mayor, debido a la pérdida de agua causado por el aumento de la orina que lleva el exceso de proteínas (con el consecuente mayor trabajo renal).
¡Lo que se debe perder es grasa, no agua ni músculos!
Sin duda que el principal responsable de los daños que produce la obesidad son los productos del tejido adiposo. El tejido adiposo no es un simple reservorio de energía. Actualmente se considera como un verdadero órgano endocrino, produce hormonas y otras sustancias químicas: las adipoquinas.
Algunas Hormonas y Adipoquinas que Produce el Tejido Adiposo
Resistina: favorece la resistencia a la Insulina, facilitando el desarrollo de la diabetes y la obesidad.
Estrógenos: aumenta el riesgo para el cáncer a las mamas y al útero.
Angiotensinógeno: aumenta la presión arterial.
Factor de necrosis tumoral: favorece la trombosis.
Interleucina 6: favorece la aterosclerosis.
Inhibidor del activador del plasminógeno: favorece un estado procoagulante (trombosis)
Resulta obvio que al reducir la cantidad de este tejido adiposo, se reducen sus productos ‘dañinos’.
¿Una dieta monótona?
Otro concepto a considerar es respecto a lo “equilibrada” que debe ser una dieta.
Existe la noción que las dietas deben contener una amplísima variedad de alimentos para que sea equilibrada. Yo no estoy tan de acuerdo con esto. Desde el punto de vista bioquímico, el concepto de equilibrio de una dieta significa que aporte aquellos nutrientes que son necesarios y esenciales para nuestro organismo. Pero, ¡no es necesario comer de todo!
Los seres humanos somos la única especie que posee tan variada alimentación. Al existir una oferta amplia, se produce una tentación enorme de comer cosas ricas. La persona no como por hambre, come por rico. Y come más.
La utilidad de una dieta monótona pero bien equilibrada, es particularmente útil para aquellas personas que sufren del llamado colon irritable. Son muchas las ocasiones que basta con restringir algunos alimentos para que esta condición se sane. Y los casos más rebeldes responden en forma sorprendente a una dieta monótona, incluso supera la acción de varios medicamentos actualmente en uso para tratar el colon irritable
Alimentos funcionales
Hace 2.500 años atrás dijo Hipócrates “Dejad que la comida sea tu medicina y que la medicina sea tu comida”. Es seguramente la primera definición sobre alimentos funcionales.
En 1994 el Institute of Medicine’s Food and Nutrition Board, definió como alimentos funcionales a cualquier alimento o ingrediente presente en estos, que puede producir beneficios para la salud del ser humano, más allá de sus propios componentes tradicionales.
Es decir, además de las proteínas, hidratos de carbono, lípidos, vitaminas y minerales; algunos alimentos contienen determinadas sustancias químicas, cuyo consumo produciría beneficios para la salud.
Ejemplos de estos son varios. Destacaré sólo algunos: el té verde, los arándanos, los vegetales crucíferos (bruselas, coliflor, brócolis y repollos), el ajo, los tomates (licopenos), semillas de linaza, aceite oliva, aceite de canola, fitoesteroles, omega 3, la soya y algunos cereales altos en fibras.
Respecto a las vitaminas y minerales
Actualmente existe el consenso entre los especialistas que una persona a dieta deba ayudarse con algún suplemento de vitaminas y minerales.
Esto se debe a que durante una dieta, es muy probable que se produzca un déficit de ciertas vitaminas y minerales: Por una parte, el ingreso de estos nutrientes se encuentra disminuido. Por otro lado, el consumo de algunas vitaminas y minerales está aumentado, ya que son utilizadas en las reacciones químicas que eliminan la grasa.
Concluyendo, una dieta moderna o un tratamiento para adelgazar corresponde a aquel sistema que permita perder grasa. También deberá enseñar y formar hábitos correctos para que no vuelva a subir de peso. Además necesariamente tendrá que aportar alimentos funcionales que protejan a las personas de las enfermedades causadas por la obesidad y/o una mala nutrición.